sábado, 15 de noviembre de 2008

Grito azul

Carlos F. Ortiz
para Javier Mariano

es la mirada del pintor,
que breve mira el horizonte de sus colores
el alcohol del íntimo silencio bebe su cuerpo

¿tendrá la muerte sus ojos?

los colores abstractos de jaguares cósmicos
los olores de parís,
de putas en cantinas olvidadas sobre el lienzo
la mirada del sur, la conversación en el huerto
donde tres hombres miran la tarde filosa
la convaleciente ciudad quieta destruyéndose


en algún lugar las tres torres,
columnas de olvido
angustia ocre, raíz oscura
la clara flama que sostienen el lápiz
el callado andar del tiempo

entre los senderos el rojo,
el amarillo, el azul siempre
la luz difuminada del ciego
los coágulos del dolor
la somnífera voz de los pájaros
que limpian el cuerpo,
la cotidiana maquinaria conectada
en la ausencia de todos
la sudoración del mundo

la piel es una extensión del olvido
parte quietud de la prisión
tela donde se termina la obra
inacabada siempre
cansancio, bandera
envoltura frágil
lastimada flor
cáscara que se quiebra
seca,
seca
quizá piel


el estratega habla
quién lo escucha

habla muerte con pinceles

queda el amanecer

duele morir muerte

deja palabra colores

el cuerpo esconde pinturas en clave
instantánea apenas la mirada
mira Málaga, los manglares, los paisajes
el silencio en espiral del hombre

llegar es ir siempre a ninguna parte
la mano pozo
de memoria

¿cambia la vida la muerte?

la presencia del otro
lo contrario de uno
la totalidad de una nota de Mozart
el sabor ácido de una mandarina
el azar del moribundo
que mira dar vueltas la vida
la paleta marchita de lirios
de fuego invisible quemando la carne

lo devoto incendia los huesos
la fe errante
el corazón al costado del olvido
la herida mortal de la moral
que corta el pecho
que decir de la furia
del infierno,
el fino baile de los gusanos
que esperan el banquete
el adiós ahí quedado entre flores
la lúcida y afable oración terrenal de lo amigos
mientras el caballete en tinieblas espera
la suavidad de las cerdas,
la humedad del color
la presencia salvaje de formas
la convulsión de la vida


para qué las postales
para qué guardar los boletos del tren
para qué forjar el cigarrillo de sílabas
para qué el vómito de ángeles
para qué los jardines en el parque
para qué…

galopes de minutos tu cuerpo
tibia boca de piedra
conversa a tu oreja
y de tajo corta el lienzo
el cuello, las vísceras del mundo
los marchitos cigarros de la tarde
la nube sin cielo de tu mirada

embriagues triste se desprende
rompe el monte a tropel de jaguares
que saben que te mueres

Chilpancingo, Gro. 6 de noviembre 2008
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