martes, 20 de abril de 2010

En busca del alcohol perdido


El Bart, Sandy, el compa Rueda
y el maestro Nutte


Gracias señor por
tanta chela...


-Señor no se lleve la chela...
-Quítese...
-Chale nos dejan sin alcohol..


Que siga el desmadre


la busqueda de la sagrada chela

Estamos todos...


Ángel Carlos, Demon, Eduardo
Añorve, el Doc. Vértigo y el
Jesús Bartolo.


los mesmos de allá arriba.

el Demon, Añorve, creo que yo
y el Bart.

qué nos ven... chingao


Somos...



miércoles, 14 de abril de 2010

lunes, 22 de marzo de 2010

Lectura en el puerto


Balam y el doctor Vértigo.


Balam, el doc Vétigio y Toño Salinas.

El toño contando algún chiste,
el doc perdido, y el Balam que
ríe de pura cortesía.


de nuevo:Balam, Vértigo y Salinas.



lo mesmo y los mismos.



jueves, 11 de marzo de 2010

lunes, 1 de marzo de 2010

miércoles, 24 de febrero de 2010


El maestro enrique montañez y el doctor Vértigo,
hace más de 100 años...

al fondo J.M Servín, El Doctor Vértigo y Federico Vite

miércoles, 10 de febrero de 2010

viernes, 8 de enero de 2010

Entre cheves


Detrás del yo

Sergio Loo, Pulker, doctor Vértigo y el Fer, en el bar del puerto.


Doctor Vértgio con Alejandro Almazán, chequen la cara de Almazán, que tanta pendejada estará diciendo el doc.

sábado, 2 de enero de 2010

En reposo


En silencio recorre la noche,
en los campos de las sombras
la callada carcajada de la muerte…
ahí entre flores y aromas suaves de algún té
se encuentra la dulce medicina de lo eterno
frugal de azahares el azar nuestro
el de compartir tanta alegría
juegos y risas…

domingo, 22 de noviembre de 2009

EL SOBRE

Carlos F. Ortiz

Al abrir la puerta encontré un sobre en el suelo, no traía remitente sólo la dirección y mi nombre en mayúsculas, con una letra meticulosamente bien trazada. Adentro había una hoja en blanco doblada en cuatro. Desconcertado guardé la hoja entre las páginas del libro que me encontraba leyendo, sin darle mayor importancia.
A los tres días una curiosidad repentina, me obligó a darle un vistazo a la hoja, me sorprendió encontrar sobre ella un montón de letras en completo caos. Con una rapidez insospechada la metí dentro del sobre y entre las páginas del libro.
Un mes después, sentí de nuevo esa extraña curiosidad por ver la hoja, así que la busqué en el libro con una sensación de nervios que hacía que me sudaran las manos. Al contemplarla sentí temor, ya que las letras que antes se encontraban caóticas ahora estaban entrelazadas formando palabras y oraciones, al leerlas descubrí mi esquela, fechada en este día, mes y año.

fotos de cabaret


Por meter la pata donde no...


El Acá...



y esa barriga...?




El briago!





La patichueca

viernes, 6 de noviembre de 2009

De cerveza y poemas humeantes


¡Ese maldito amor!


Digo, Darkmole y el ojos pispiretos reflexionando
sobre la eternidad en la espuma de una creveza de
barril.



Hay wey, el Demo o Enrique Guzmán?




Nanita, buche y Darkmole.





¿Será Maradona?

jueves, 5 de noviembre de 2009

Hace como mil años


Demon, Paul y Charlie (hace mil años, cuando eran más guapor y libres)

Una noche loca, una noche de copas


Paul Medrano, las chelas y el Demon.




El famoso doctor vértigo



otra vez el pinche doctor Vértigo




El Borracho





Ojos pespiretos y Paul Medrano



jueves, 29 de octubre de 2009

Anatomía de una hoja

Carlos F. Ortiz


“Cansado de que el viento me sacudiera con iracundia
de que se enseñoreara sobre mi
decidí una madrugada
soltar deliberadamente una de mis hojas.”

Enrique González Rojo


Abajo nada, el color suave del silencio
Una mínima gota indiferente
La vértebra del mundo,
El vuelo descendiente
De una hoja que baila luz tu mano
Blanca línea eterna de viento de volverse hoja.

Es el dibujo desorbitado de la corteza
La caliente y suave voz de la muerte
Bajo el árbol

La hoja se hace pequeña a la distancia.

La hoja es distancia.

Es una forma de mirar en calma la tormenta
Los huesos sembrados en el patio
La canción repetida para bailar el hastío
El festín delicado de las horas:
Transparencia esparcida a la sombra de las ramas.

La hoja si se contempla bien,
Es una hoja que cae.
No puede ser más que una hoja.
No es el pensamiento de Dios.
Ni la muerte de la palabra.
Es una mortal hoja.
Pálida hoja marchita.

La hoja es el deseo de los cuerpos.
La infinita caricia del amor sobre el mundo.
Un dulce coño esperando la embestida.
La mariguana sembrada en el cuerpo dulce de la doncella.
La última hora del verdugo.
Un corazón de sexoservidora
Que amaga a sus compañeras con una pistola
Salomé dormida en el sofá de casa.

Es tan frágil la hoja
Como la tristeza,
La memoria delgada del deseo.

Entera como ala desprendida del pájaro
Vibra sable al viento
Niebla fina de cristal corta
Y desprende la noche.

Hubo una hoja en el árbol.
Hubo hormigas habitando la hoja.
Batallas de sangre y hiel sobre la hoja.
Mariposas aleteando inquietas la muerte.
Hubo hoja en el árbol.

No hubo.
Ni polvo, ni piel,
La creación del tiempo
La fuga celeste y el silencio.

Hubo inaprensibles recuerdos bajo la sombra.
Incurable deseo del desierto.
La seca hoja de boca tibia.
El moho de lo sagrado que es un cuerpo.
La calidez de la mañana.

Es distinto ver la espalda del mundo
Desde una posición incomoda
Que verla desde la perspectiva
De una hoja que cae
Como saeta cortando el aire.

Era una hoja de árbol
Un árbol agarrado a una hoja en vértigo
Abatida pendiente del miedo
Inalterable su destino
Sin culpa y perdón.

La casa a lo lejos se ve sola
El perro pequeño ladra
Una hoja se precipita al vacio.

No es árbol de hoja
Fábula de nube insomne
Agua de viento
Gota que arde
Sonido roto.

¿Qué sujeta la hoja al viento?
¿Qué signo interroga su caída?

Es la contradicción del sonido su silencio
Siniestro estruendo de la nada.


Un día a tal hora ocurre que una hoja cae
Sutil como son los minutos del reloj
El lenguaje de las locomotoras
El errante y ausente adiós de los abejorros
Así es la hoja que en pequeños remolinos
Danza a navajazos al aire.
No hay público,
Sin embargo el espectáculo continúa
No se vive del aplauso
No alimenta el alma derrotada
Ni la alegoría de la muerte.

Sería inútil detener la caída
Parar de golpe el deseo del tiempo
Como si el vacío fuera cosa de unos cuantos metros.

Un árbol sin hojas es un árbol que rejuvenece
Una hoja que cae permite el nacimiento
La tristeza de otoño
El recuerdo de una vieja escoba cepillando el patio
Y la espalda encorvada de la abuela.

Ahí zigzaguendo con la frescura marchita
Barca de Caronte fina de viento
La hoja rasura sorda la tarde.

No adorna los caballos del día
Ni ruboriza a los amantes del parque
Ni angelical luce
Lágrima arropada de muerte.

Sin decir rayo parte en dos el instante que fue.
Simula el vuelo de ave
De mariposa apenas,
De lengua cercenada por un tibio beso,
Como lluvia de infancia
Aroma fresco como decir boca.

Lento en su permanencia ágora la luna inversa
Se trasmuta en acción ya no en imagen
Simulación de la espesura quemada en su andar de abstracto recuerdo
No sabe de lo esférico de la palabra
Ignora la teoría, y lo que cae al vacio es la tarde
La demencia distante, las pequeñas gotas de roció
Dientes atisbando la corteza de la muerte.

Concebida se dice no tiene motivos
No hay nada sólido que permita el débil recuerdo
La música de arpa que nos lleva por los fríos pasillos de la médula.

Aleteo que permite a la distancia el caos
Ojo del mundo a punto de la vigilia
Hoja que disimula el sueño
Lo etéreo sostenido en sus minúsculas partes
En que gravita sobre la nada,
Entre el vacío que es su andar de hoja.

Estremece la memoria su recuerdo,
Para olvidar se remueve en oleadas,
En caricias que son nubes,
Que son las manos lastimadas de la tarde.

Se llama hoja, y es nombrada por el viento.
Hoja no termina de comprender que volver
Es siempre una forma de abandonar el espacio.
Que su herencia apacigua la funesta consecuencia del destino.
La incorruptible voluntad que hace añicos todo deseo.

Indecible la prueba de la rendición
Si del golpeteo tu nombre se hace polvo.

Impronunciable numerar la fragilidad
Contar lo fugitivo de tu presencia.

La caída es reposo instantáneo
Quietud inocente donde acaba el silencio.

Hablar de lo que cae
Lo que se rompe
Se desvanece
Es hablar del mundo
De la tibieza que abre la noche
Incertidumbre de las circunstancias
Sombra de hoja que dibuja el infinito.

Tensa se columpia
Arrulla el cielo
La mirada que desnuda su derrota.

Ostia regresa al cuerpo tierra y polvo
Palabra única anunciada por la brisa
La luz que da oscuridad hostil
Al espíritu del insomnio.

entre perros



La literatura del narco

(o a qué hora se fue todo a la chingada)
Carlos. F. Ortiz.


A qué hora o en qué momento se puede hablar ya de una novela del narcotráfico en México?, es una pregunta que me lanzó hace algunos días Federico Vite en un conocido centro recreativo y cultural de Chilpancingo: Las Coronitas. Era una pregunta, me imaginaba, no tan difícil de contestar. Desde que se escribe sobre el narco –le dije–, desde que la violencia, las atmósferas y el lenguaje del narcotráfico ha sido retomados por los escritores, especialmente por los escritores del norte. Le nombré algunos autores, como Élmer Mendoza, Eduardo Antonio Parra, José Rodríguez, Alejandro Páez Varela, Luis Humberto Crosthwaite, entre otros.
Sin embargo, Vite insistía que sí, que se ha tomado el narcotráfico como un tema común, pero que no hay una novela en la que se dé cuenta de un motivo que no sea el manido recurso moralino del hambre, por el que un país está como México.
¿Existe esa novela? ¿Cuál es y quién la escribió? Claro, hay acercamientos, pero no hay una explicación literaria de ese fenómeno. Bueno, hay nombres de autores y de libros, sí. Pero cómo y por qué no se han clavado sólo a ese aspecto. Claro, lo emocionante del narco es sólo matar, no el motivo. Los escritores aún no han escrito sobre la problemática central; lo han hecho desde una estética de la violencia, con su propio lenguaje, y que desde un punto estricto ha renovado el lenguaje narrativo del país, tanto que se habla ya de una narrativa del norte.
Después de algunas Victorias oscuras y frías, por supuesto, no llegamos a una conclusión tan clara. Vite insistía aún que no se ha escrito ese libro, que los escritores nos han quedado a deber.
Sin embargo, se me vinieron a la mente algunos títulos: Balas de plata, A wevo padrino, Al otro lado, Tiempo de alacranes, entre otras que han llenado los estantes; y algunas se han convertido de pronto en best sellers, por decirlo de algún modo.
Esto fue hace una semana, aún no tenía en mis manos el libro de Alejandro Almazán, Entre perros, que compre el domingo en la librería Educal de Chilpancingo. Ya había leído algunos comentarios sobre el libro, donde Alejandro aborda el tema del narcotráfico, la violencia, la amistad, la corrupción, la venganza, el deseo, la droga; todo esto para arrojarnos a los brazos de la realidad que afrontamos a diario en nuestro país.
Alejandro nos sumerge a un mundo terrible… mejor dicho, nos acerca al precipicio donde vamos cayendo desde las cumbres más escarpadas al reino del narco; nos acerca y nos deja asomarnos para ver y dar cuenta de cuánta mierda hay ahí. Nos deja sin aliento.
Me preguntaba Federico, cuándo se fue a la mierda todo, cuándo el narco y la violencia nos rebasaron, a qué hora despertamos y nos dimos cuenta que las calles, la ciudad, ya no eran de nosotros. No lo sé. Y no creo que en el libro Entre perros, de Almazán, nos aclare esas dudas. Pero sí nos describe cómo fue que pasó todo eso; cómo desde pueblos lejanos empezaron a nacer estos personajes; cómo se dan y se entretejen las relaciones del narcotráfico con el poder político y religioso; cómo fue que todo esto empezó a valer madre, y empezamos involucrarnos con una cultura que se encuentra viva y que nos exige demasiado.
Almazán nos presenta un libro de ficción; sin embargo, es una ficción que nos ha alcanzado, y que por momentos parece tan real. Es como si en algún momento estuviéramos leyendo una nota roja de algún diario.
Tal vez, después de leer Entre perros, aún no le pueda contestar a Vite, ni le pueda decir que ya está aquí en su puesto de revista m’ijo, el libro que está esperando; sin embargo, lo que sí le podría decir es que el libro de Alejandro nos aproxima y nos seduce por su construcción narrativa, poética y el manejo del habla popular; la estructura y la creación de personajes que reflejan la condición humana.
Aquí, para contestar un poco a Federico, Almazán no toma al narco como el tema principal del libro, o mejor dicho, de las novelas que se han escrito teniendo como escenario la violencia del narco, sino que es el narcotráfico, como una situación social que vivimos en el país, el que en algún momento ha envuelto a la literatura, así como ha tomado el periodismo, la plática de café, o el chisme en cola de las tortillas. Por ello no trata de explicar el porqué de su existencia, sino que pone a los personajes en esas circunstancias, y es ahí donde ellos tienen que moverse y actuar.



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