martes, 2 de septiembre de 2008

Pedro LuisHernández

Seattle Grace Hospital
Pedro Luis Hernández

Lo envidiable de los cirujanos
es su agolpada billetera
donde nunca les falta bisturí.

Saben lo que es ser residente
en la tierra y en el fuego.

Reflexionan sobre sus monstruos
mientras se dirigen a cardiología.

Lo envidiable de los cirujanos
es que abren cuerpos y sostienen corazones.

Se esconden en los pasillos
para ser infieles sin engañar a nadie,
para dejar correr a los augurios que también,
ocultos en las sombras, se despabilan.

Lo envidiable de los cirujanos
es que están atentos a cada tejido,
tienen miradas de águila real,
amor blanco y ciego,
como si en verdad la textura
de un moribundo fuese lo más importante.

Al llegar a casa se desparraman en sus lujos
y siguen pensando en las texturas del paciente en turno,
en la canción elegida para cerrar el capitulo.

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