miércoles, 15 de abril de 2009

Sobre Acalayam

Las murallas no permiten el paso,
sólo el leve rumor de las balas,
afilado e involuntario anzuelo vulnerable.
En los once días Acalayam naufraga en el caos,
sus habitantes simplemente saben del fuego,
de escombros en la madrugada tras los patios del humo.

En cada segundo aprenden
sobre las plegarias inscriptas en los muros,
los ejercicios de la piedra.
Su fe es un libro compacto
de repetidas imágenes montadas por el miedo.
En sus calles pasan las horas
-trenes sin retorno.

Acalayam está situada entre cascajos
de acero y metal retorcido,
bajo la anónima piel del reptil,
sepultada entre los hilos del aire y el humo.

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