miércoles, 8 de abril de 2009

Poema

La mirada orgánica lengua de naranja
Un pez lento girando en la palma, colibrí
En dónde la palabra selva flaca humedece sus encantos
Expone la zozobra del viento en escafandra amoratada bajo el mar
La memoria levanta la sed, el vuelo de pájaros en abismos
Una relativa verdad remueve las flores
Compás de ruinas y espigas en tu pecho
Opaco el fondo del infierno
No hay rendición
Cae el telón,
La oscuridad…

Una pregunta, otra, la tristeza se ausenta
Queda la infamia sobre tus rodillas,
Un trajecillo azul, una vela de cera que se consume
La mirada orgánica… la pregunta…
Y si hoy por la noche entrara la luna
Si vistiera de mineral la cama
No habría extraños cantando y bebiendo
Por las veteadas paredes,
Donde las hormigas crean su propio hogar
Y los dos tan vacios…



Una gota infranqueable no detiene su paso
Es una locomotora, una molécula de vacio
El silencio mordiendo la sangre
La medida del olvido en los brazos de mármol.
Y el grito, antes del crimen, antes de salir corriendo
Doblar la esquina y perder por siempre el aletear del colibrí.

Ahí arriba de todos, el afán del dolor, el incurable deseo de la ceniza
Pequeña y frágil la muerte, hojas cayendo en giros sobre el abismo
Sinsabores del alba, sin saber, sabores, sin alba.

Siento el silencio de la tarde, el silencio de las esquinas
De la cama desnuda, la mano que asesta el golpe
El barro haciéndose carne, impura, sexo de granada
Flor y piedra enlutada llega la mano, el vuelo del pájaro
Del cisne, la sombra del árbol que se hace nido,
Celda del hombre, caricia de Obispo, de pordiosero.

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