domingo, 11 de octubre de 2009

Entre sueños


El insecto al despertar se encontró con la desagradable sorpresa convertido en Gregorio Samsa. Cerró los ojos con la intención de regresar de nuevo al sueño, al abrirlos vio a un enorme dinosaurio, horrorizado le mentó la madre a Morfeo. De un salto salió de la cama, buscó su ropa, los pantalones, la camisa y su sobaquera. Frente al espejo se dio cuenta que llevaba varios días sin pasar la Guillet por su rostro, revisó el parche de su ojo izquierdo, en el suelo una lata de Pepsi. Héctor Belascoaran se repetía frente a la ventana que era un día como los de siempre en ésta maldita ciudad. Encendió un Delicado sin filtro mientras pateaba la lata bajo la cama, al golpearla se dio cuenta que él no era Belascoaran, y que aún no había despertado de su pinche sueño.
Ella le contó de un hombre que se perdía entre las calles o laberintos de una ciudad europea, en los tiempos de la Primera Guerra. Ella le dijo que él llegaba a una casa, ahí encontraba a un hombre que era él o su abuelo, o él llegaba siendo su abuelo entre laberintos y se encontraba con él mismo en otro espacio y tiempo; eso se lo contó una vez ella. ¿Quién era ella? No recordaba su nombre. Hoy recostado aún en su cama duda que alguien le hubiera contado todo eso, más bien pensaba todo fue un sueño.
Él soñó que era una mariposa o la mariposa soñaba que era él, no recordaba bien, pero él soñaba algo parecido. Harry Haller no era bueno para eso de los sueños, es más él no recordaba haber soñado nunca.
Lo que sí recordaba era haber entrado a la habitación de su compañero Hercules Poirot, o Mike Hammer, y lo veía ahí con su gabardina londinense algo gastada, estaba acompañado de un tipo regordete algo simpático, Watson le decía, se encontraban fumando opio. Cuando se acercó le apuntó con una Colt y jaló del gatillo, el impacto de la bala hizo que cerrara los ojo y volviera a dormir.
Al abrir los ojos contempló a su alrededor, en el pisó estaba su carnet de identificación que alzó para poder leerlo, con asombro leyó su nombre Bernard Marx, él recordaba llamarse Wiston Smith, con sobresalto se dirigió al espejo, antes de llegar vio un cuadro colgado en unas de la paredes que no había visto antes, en el se vio a un joven, con una belleza asombrosa, la obra estaba firmada por un tal Basilio…cerró los ojos y al abrirlos se dio cuenta de que seguía aun dormido… y en su sueño levantaba una fotografía del suelo o soñaba que levantaba la foto y en la foto había un hombre que lo soñaba levantando una foto…
Despertó, esta vez si tenía la certeza de estar despierto, Ursula se encontraba recostada a su lado, en un intento de tocarla cayó al piso, prácticamente adormilado se dispuso a levantarse, cuando vio en el fondo de la cama una lata vacía, al extender su brazo para alcanzarla descubrió que contaba con un sin fin de minúsculas patitas, cuándo escuchó el golpeteo de su madre sobre la puerta, que le repetía que se le estaba haciendo tarde para llegar a su trabajo, tenía ganas de responderle pero sólo le salieron unos extraños sonidos que lo hicieron despertar.
Al despertar extendió sus alas y se dispuso a volar.

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